
EL AMOR VISTO POR LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA
El amor como pasión, emoción y sentimiento ha sido estudiado por la psicología científica contemporánea. Las escuelas más naturalistas de la psicología como el conductismo entienden esta tendencia humana desde su sentido biológico.
La primera ruptura con esta actitud generalizada se produjo por parte del fundador del psicoanálisis, S. Freud, que entendió el amor como la sublimación del impulso sexual.
Pero la verdad es que ningún psicólogo le había prestado suficiente atención al fenómeno (quizás porque desbordaba la metodología científica) hasta que Erich Fromm, de filiación freudomarxista, le dedicó la merecida atención en una de sus obras fundamentales que resumimos a continuación: El arte de amar.
Para E. Fromm, amar es un arte. Esto quiere decir que 1) no hay que confundir el amor con el enamoramiento que es otra cosa, 2) el desconocimiento de este hecho es la causa del frecuente fracaso de las relaciones matrimoniales en la actualidad (antes matrimonio y amor no tenían nada que ver, pero hoy en día se ha impuesto la idea del amor romántico como lazo del matrimonio). Como todo arte (medicina, p.e.), amar exige a) un conocimiento teórico del arte, b) un conocimiento práctico y c) la maestría del arte tiene que ser una cosa de importancia. Curiosamente hoy en día en que el amor se considera como un asunto de primer orden (por cierto, desde el punto de vista de la sociedad de consumo: todos estamos en el mercado del amor con nuestro valor y lo que queremos es valer más porque pensamos que así seremos más amados) no tenemos tiempo para dedicarnos a aprender este arte. No tiene ningún tipo de prioridad.
La historia, es, en gran parte, la historia de las soluciones al gran problema del hombre: la soledad. El aislamiento es una prisión. Es la prisión en la que vivimos todos. Y esto provoca angustia. El aislamiento es la fuente de toda angustia. El drama existencia humano es el drama de su soledad y de los intentos de solucionarla. El sentimiento de soledad provoca una necesidad de aceptación, y esta necesidad, una necesidad de conformismo de tipo rebaño. A la vez, para salir del rebaño, surge una necesidad de sentirse diferentes. Un ejemplo de esto sería la liberación de la mujer. Por liberación no se entiende otra cosa que la igualación de la mujer con el hombre: debe tener las mismas cargas y las mismas tensiones. No se reclama una feminidad, sino una igualación.
El trabajo asalariado, que no es el trabajo de artista, también incide en esta pérdida de personalidad (alienación).
En la sociedad actual el hombre vive alienado bajo el modelo del capitalismo (liberalismo económico) y del consumo. El hombre vive solo y no puede salir de esta soledad. Por eso es incapaz de amar y la relación amorosa deviene un egoísmo compartido. Freud pensaba que el amor no era más que una racionalización de la satisfacción sexual y que la salud mental consistía en esta satisfacción, pero la pràctica psicoanalítica demuestra que es al revés: la satisfacción sexual es una consecuencia de una relación amorosa satisfactoria. Los casos de impotencia o frigidez no son consecuencia de una represión sexual o un desconocimiento de técnicas sexuales, sino de falta de amor (el el objeto concreto o en términos universales, como carencia neurótica).
Las pseudorelaciones de amor son aquellas en las que la vida en pareja consiste en una reproducción (o esto es lo que espera al menos uno de los miembros de la pareja) de los roles infantiles: búsqueda de la protección materna en la mujer, búsqueda de elogios y aprobación en los hombres, idolatría,...
Las relaciones de amor simbióticas son aquellas relaciones en que hay un elemento dominador (sádico) y otro dominado (masoquista). Por el contrario, una amor maduro consiste en una unión preservadora de la propia integridad.
El amor es una actividad, pero por actividad no se entiende lo que acostumbramos a entender. La actividad no es una acción dirigida al exterior. Si esta actividad está impulsada por una pasión (envidia, soledad,...) será una pasividad. Actividad es siempre una acción soberana y libre (y lo puede ser perfectamente la contemplación). El amor tiene que ser una actividad en este sentido. Así, estimar es dar, no recibir. En la relación simbiótica el amor siempre es un recibir, y por eso hay dependencia mutua. Este dar, sin embargo, no es ningún sacrificio. Para el caràcter productivo, dar es la más alta expresión de la potencia.
A parte de eso, amor implica: 1) cuidado (libro de Jonás), 2) responsabilidad (responder por el otro), 3) respeto y 4) conocimiento (no se puede respetar lo que no se conoce).
EL AMOR ENTRE PADRES E HIJOS
Según Fromm, desde su materialismo, Freud entendió la sexualidad como un simple impulso fisiológico que quiere rebajar la tensión. Freud no entendió la sexualidad femenina. Para E. Fromm, la atracción erótica sólo se explica en parte por la atracción sexual. Hay que tener en cuenta elementos existenciales como la soledad. En breve: la atracción erótica es necesidad de unión con el otro polo sexual.
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carácter masculino: penetración, guía, actividad, disciplina y aventura.
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carácter femenino: receptividad productiva, protección, realismo, resistencia y maternidad.
El amor de la madre es incondicional y da seguridad. La madre tiene que transmitir no sólo esta seguridad, sino también el gozo de la vida. El amor del padre es condicional y da ley, orden, respeto,..
"En esta evolución de la relación centrada en la madre a la centrada en el padre y en su síntesis eventual radica la base de la salud mental y del logro de la madurez”. Su fracaso es la neurosis.
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neurosis obsesiva: inclinación unilateral hacia el padre.
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histeria: (alcoholismo, depresión,...) relación centrada en la madre.
LOS OBJETOS DEL AMOR
"El amor no es esencialmente una relación con una persona específica: es una actitud, una orientación, del caràcter”. La falacia llega hasta pensar que solamente hay que encontrar el objeto adecuado para poder amar.
Tipos de amor:
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AMOR FRATERNAL: Sentido del cuidado. Es el amor sin exclusividad hacia el prójimo. Este amor comienza por el amor al desvalido: “Sólo cuando amamor aquellos que no necesitamos para nuestros propósitos comienza a desarrollarse el amor”.
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AMOR MATERNAL: La madre no tiene que transmitir sólo lo necesario para la supervivencia (la leche, el cuidado) sino también el gozo de la vida (la miel). Lo contrario es el contagio de la ansiedad.
En el amor de la madre por su hijo hay un elemento de transcendencia. El hombre, incapaz de transcender de esta manera, debe crear productos humanos; es decir, debe sublimar.
Para Fromm, la religión cristiana incluye tanto elementos masculinos como femeninos, en este sentido. Hay un Dios padre que da la ley y que castiga y hay una Madre de Dios, una Madre Iglesia.
LA PRÁCTICA DEL AMOR
Es el capítulo más importante, no tanto porque dé instrucciones de cómo hay que amar, sino por la crítica de la sociedad contemporánea y las características que da sobre la práctica del amor, que más bien son las características de una vida plena. Las características son las siguientes:
En primer lugar, requiere autodisciplina, cosa que implica concentración (es decir, estar concentrado en lo que estás haciendo a cada momento y no en el pasado ni en el futro, sino vivir en el presente). La negación de la vivencia del presente –y la correspondiente reivindicación malentendida- es una característica destacada de nuestra sociedad. La concentración se adquiere con la meditación. Meditación sólo quiere decir llegar a estar a gusto con uno mismo, sin necesidad de huidas. Llegar a casa y ser capaz sólo de “estar” sin fumar, ni ver la tele, ni “distraernos”. Sin pensar en nuestros problemas cotidianos. Sólo sintiéndonos. Por eso, otro punto importante es la paciencia: como la del niño que aprende a caminar. Sólo podemos estar a gusto con nosotros mismos si tenemos paciencia con nosotros mismos. Y sólo podemos amar a otro (y encontrarnos a gusto con él), sin nos encontramos a gusto con nosotros mismos.
Para amar también hay que superar el narcisismo (verlo todo sólo en relación con nuestros intereses) y empezar a interpretar las cosas (y sobre todo las personas) con objetividad. La actitud correspondiente a la objetividad es la humildad. Por último, hay que tener fe: en nosotros, en la otra persona y en la relación. Lo que da más miedo no es que no nos amen, sino amar: porque siempre supone arriesgarse. La fe siempre comporta un riesgo.