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El acontecimiento histórico que se suele situar como el inicio del Renacimiento sería el hundimiento del imperio romano de Oriente y la toma de Bizancio por parte de los turcos (1453), lo que provoca el exilio de muchos sabios griegos y un mejor conocimiento en Occidente tanto de la lengua de Platón como de muchas obras clásicas no conocidas durante la Edad Media. Este hecho, junto con la expansión cultural que impulsa la imprenta (hacia el 1450) es el detonante de una nueva actitud ante el cansancio que provoca la Escolástica medieval. El Renacimiento cultural de Europa en el s. XV es la suma de un modelo y de un antimodelo. Y este es el origen del nombre: el re-nacimiento de algo que había existido (la cultura clásica) y que estuvo muerto durante la Edad Media (para ellos Edad Oscura).

 

Quizás no tiene sentido la pregunta sobre cuál de los dos es más fundamental, pero lo que es cierto es que el antimodelo de la Edad Media y de los procedimientos escolásticos es compartido por todos aquellos que consideramos representantes de este movimiento espiritual en Europa, mientras que el recurso al modelo de Grecia y Roma no tiene los límites tan claros. Si se puede resumir en una idea el cambio que supone el Renacimiento es la siguiente: Dios ya no es el centro de las preocupaciones humanas, sino el mundo humano (la política, la naturaleza). Esto no quiere decir que deje de interesar la experiencia religiosa del hombre, sino que, incluso en el marco de esta experiencia se produce un giro de 180º, de manera que ya no interesa el Dios creador o el Dios todopoderoso del Antiguo Testamento, sino la figura humana de Jesucristo que revela el Nuevo Testamento.

 

Se acostumbra a tomar como fecha de inicio de esta época el año 1453, en que los turcos toman Constantinopla y se produce un éxodo de sabios orientales. Estos sabios emigraron a Europa Occidental y allí enseñaron la lengua griega a los europeos (lengua casi totalmente olvidada en las universidades) y proporcionaron textos, traducciones y conocimientos sobre la antigüedad clásica desconocidos en Occidente hasta entonces. Esta recuperación de la lengua griega tendrá grandes repercusiones como por ejemplo la nueva traducción de la Biblia de Erasmo de Rotterdam en la que se basará Lutero para defender sus famosas tesis que inician la reforma religiosa.

 

Otra consecuencia del exilio de sabios helenizados será la aparición de nuevas traducciones de Platón, y, sobre todo, de obras que habían sido desconocidas durante toda la Edad Media. El nuevo conocimiento de Platón entusiasmará a los intelectuales, hartos de las sutilidades escolásticas (lejanamente derivadas de Aristóteles) y de su unilateralidad temática. Así, Marsilio Ficino fundará una nueva Academia Platónica en Florencia, y, por primera vez, Rafael coloca a Platón a igual nivel que Aristóteles en su famosa obra La Escuela de Atenas. No obstante, no se puede identificar a los aristotélicos con los antiguos y a los platónicos con los modernos, ya que pervive un aristotelismo en autores como Pomponazzi aunque más en un marco humanista y liberado de las sutilidades escolásticas.

 

Por eso, en la Europa renacentista, no se puede separar un ámbito propio para la filosofía, ya que, por un lado, la filosofía es todo el ambiente general que se respira y por otro lado, precisamente los menos influyentes en este momento son los filósofos profesionales (formados en la Escolástica). Hay sólo ciertos intelectuales y hombres de acción que se preocupan y escriben con más o menos oficio sobre las cuestiones que les preocupan. 

LA POLÍTICA

 

La política renacentista se puede dividir entre las obras que dan inicio al género utópico, representados por T. Moro y F. Bacon y, en el extremo contrario, la obra de Maquiavelo, que podemos caracterizar como la primera obra de teoría política moderna por la ruptura que supone con la filosofía clásica que hacía de la política una extensión de la ética. A partir de ahora la política alcanzará su propia autonomía y se caracterizará por el diseño del mejor régimen posible en un mundo no necesariamente regido por la religión o la moral.

erasmismo
HUMANISMO Y RELIGIÓN

 

La Antropología es una disciplina contemporánea, y al igual que en los autores antiguos y medievales, en ningún autor moderno podemos encontrar una obra que lleve ese título. Si esto ocurre, como en el caso de Kant, el contenido difiere mucho de lo que hoy día entendemos por Antropología, y precisamente no es aquí donde debemos buscar lo que nos interesa.

 

Esto no quiere decir, sin embargo, que no haya una concepción clara y explícita de la naturaleza humana. De hecho, seguramente éste es uno de los temas de fondo que mueven los hilos de toda la disciplina filosófica en la época moderna. Así es el caso de Erasmo de Rotterdam.

LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA Y LA ONTOLOGÍA MODERNA

 

La nueva ciencia implica una concepción del saber como dominio. Por lo tanto, ya no es contemplación ni salvación. Esta nueva concepción del saber está en relación con el triunfo de la magia, la superstición y la brujería en el Renacimiento; es decir, el milenarismo. El filósofo G. Bruno es un claro ejemplo de confusión entre los dos ámbitos.

 

 

EL RENACIMIENTO

Con la nueva ciencia cae toda una concepción del mundo. El geocentrismo aristotélico implicaba una diferencia ontológica entre la perfección de los cielos y la imperfección humana (y del mundo sublunar), mientras que el heliocentrismo copernicano implicaba la homogeneidad absoluta entre el cielo y la Tierra. No hay diferencias cualitativas, sólo cuantitativas. Tanto el modelo copernicano, como los posteriores (kepleriano, Tycho Brahe, etc.) implican, frente al aristotelismo, un retorno al platonismo (impulsado sobre todo por Ficino), relacionado con el culto al Sol, con la literatura hermética, y el pitagorismo místico que entiende las fórmulas matemáticas como series numéricas que lo explican todo. En el Renacimiento, la frontera entre la magia cabalística (numérica) y la ciencia está desdibujada. Y no se trazará con firmeza hasta Descartes.

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