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La pregunta u objeción que se acostumbra a hacer a la filosofía es: “¿para qué sirve?” ya que no parece tener ninguna utilidad práctica evidente.

 

Si leemos el Mito de la Caverna o vemos la película Matrix comprobamos que la distinción entre lo que parece y lo que es, es una distinción fundamental para el ser humano. No queremos conocer la verdad de “lo que es” por mera curiosidad, sino que sólo el conocimiento de la verdad nos hace libres. No hay libertad en la ignorancia, pero tampoco puede darse el conocimiento en la esclavitud. Tanto en el mito de la caverna como en Matrix, siempre tiene que haber alguien que “sea liberado de las cadenas” para que pueda empezar a conocer la realidad. Pues bien, esta es la cuestión de la filosofía. Esta cuestión nos llevará de lleno y de manera inmediata a la esencia de la ciencia y su relación con la filosofía, ya que, en principio, el pensamiento ingenuo da por sentada la identificación entre la verdad y la ciencia. No decimos que esta identificación no sea correcta, sino solamente que no puede ser decidida todavía si no sabemos previamente qué entendemos por verdad y qué por ciencia. Por el momento tiene que ser simplemente puesta entre paréntesis. Lo único que podemos y tenemos que advertir de manera provisional es que si la verdad aparece esencialmente en la ciencia y la verdad nos tiene que liberar, es evidente que por “ciencia” no podemos entender la “ciencia contemporánea” cuyo objeto más inmediato es la dominación del mundo (esto es la tecnología) y no la liberación del hombre. De hecho, la libertad no puede ser el objetivo de ninguna ciencia tal como éstas son concebidas en la época moderna.

 

Respecto a la cuestión de la felicidad, tenemos que decir que no está demostrado que la libertad “provea” la felicidad. Lo que sí está demostrado es que, una vez hemos empezado a preguntar, a no conformarnos con las explicaciones que nos dan, a no conformarnos con el sentido seguro pero modesto de las opiniones generalizadas sobre el mundo, este camino ya no tiene marcha atrás. Si el hombre opta por autoengañarse y conformarse con explicaciones del mundo que, en el fondo, no le convencen, tendrá que esconder siempre de sí mismo su parte más creativa, aquélla que todavía pregunta constantemente como los niños “¿por qué?”, aquélla que lo hace precisamente más humano; y acallar esta parte no lo hará más feliz aunque quiera creerlo desesperadamente.

 

Por eso tenemos que empezar nuestra historia con la distinción entre dos actitudes fundamentales del ser humano ante la vida: la actitud natural y la actitud teórica.

¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?

THEORIA

LOGOS

PRAXIS

POEISIS

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