La nueva ciencia puede ser considerada como física matemática, y sus características son: a) Homogeneidad: cualquier punto del tiempo o del espacio es igual a cualquier otro. No hay diferencias cualitativas, incluso el tiempo y el espacio son reducidos a número. Todo es tratable de la misma manera y con las mismas fórmulas. b) Exactitud: la primera característica está en función de esta segunda. Todo tiene que ser medible: una propiedad sólo es real si es una cantidad medible y sujeta a fórmulas. c) Experimento: es una concepción determinada de la experiencia que implica el dominio de la naturaleza. Mientras que la filosofía tradicional supone la observación de la naturaleza, la nueva ciencia supone su interrogación: forzarla que responda a nuestras preguntas.
LA NUEVA CONCEPCIÓN DEL MUNDO

Otras características son que se irán manifestando con mayor claridad a medida que avance la nueva ciencia serán:
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Materialismo metafísico: “ser” quiere decir “ser material”. Ligado al atomismo.
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Matematismo: todo análisis de la realidad tiene que ser a partir de cálculos cuantitativos
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Platonismo en un sentido más o menos exotérico.
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Dominio y poder: tecnología
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Objetividad: La ciencia es una disciplina social (los científicos y sus observaciones son intercambiables)
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Se va configurando un método: el método hipotético-deductivo
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Especialización ilimitada
Los protagonistas
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Copérnico (1473-1543): en su obra póstuma de 1543 es el primero que defiende la posibilidad del heliocentrismo como explicación más simple de todos los fenómenos celestes, aunque sea una explicación sólo matemática. Copérnico no es importante por el método, ni puede ser considerado un científico moderno, pero es importante por el reto lanzado a la ciencia del momento y la ruptura que todo eso implicará respecto a la ciencia aristotélica.
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Galileo (1564-1642) es importante por aceptar el reto del copernicanismo. Toda la empresa de Galileo puede ser resumida como una defensa de las tesis copernicanas contra el sentido común de la época. Y esto lo hace a través de dos vías: 1) Mediante observaciones directas (con el telescopio) que prueban la imperfección de los cielos (cráteres en la Luna, satélites de Júpiter,…) y 2) Con la creación de una nueva física que pueda sustituir a la aristotélica. En esta nueva física, sus descubrimientos más importantes son el principio de inercia y el principio de la relatividad del movimiento. Todo esto implica ya una cierta aplicación de un nuevo método científico.
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Kepler (1571-1630) no dejará su huella en la Física por sus elucubraciones pitagóricas y místicas, sino por los siguientes descubrimientos: a) las órbitas de los planetas son elípticas, b) Los planetas recorren áreas iguales en tiempos iguales y c) T2 = d3
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Newton (1642-1727) es el sistematizador de toda esta nueva física que tendrá que sustituir a la aristotélica, y su unificador bajo un nuevo paradigma: el mecanicismo. Crea el concepto de la dinámica, es decir, de la explicación de todo movimiento a partir de las condiciones iniciales y la suma de fuerzas por las cuales está afectado el cuerpo. El concepto clave filosóficamente (y muy discutido por Leibniz) es que la Fuerza es la causa (en el sentido ontológico) de la aceleración (cambio de velocidad) del movimiento. También unifica la dinámica terrestre y la celeste con lo que hay unas únicas leyes para explicar el movimiento en todo el universo. Por último es, a la vez que Leibniz, el creador del cálculo integral.
La nueva ciencia y la modernidad filosófica
Tenemos que entender que Descartes, con el que se inicia la modernidad, no es un punto y aparte en relación a la revolución científica, sino que constituye una línea de continuidad con Galileo. La afirmación filosóficamente más relevante de Galileo es: “la naturaleza está escrita en caracteres matemáticos”. Galileo tiene la concepción de que hay dos maneras de acceder a Dios: la Biblia (para todos, explicada en lenguaje vulgar y de forma mítica) y la Naturaleza (para aquellos que conocen la notación matemática). Las dos son obras sagradas y no pueden estar nunca en contradicción.
Aparte del espíritu religioso, nos interesa el profundo sentido que tendrá la citada afirmación como constituyente del eje fundamental del mecanicismo que consolidará Newton, pero también los filósofos racionalistas y empiristas.
Que la naturaleza esté escrita en caracteres matemáticos, implica que todo tiene que ser reducido a magnitud mesurable para poder formar parte de fórmulas. La ciencia tiene que consistir en fórmulas, ya que sólo así puede hacer predicciones exactas. Esta posibilidad, explica Husserl, dependerá a la vez de dos operaciones básicas:
1. La medida que nace como relación inexacta y aproximada entre dos objetos que se miden “en el mismo espacio” tiene que ser perfeccionada a través del perfeccionamiento de los instrumentos de medida. Lo que primero es “un pie” pasará a ser una medida exacta y estandarizada. Es decir, se produce una progresiva idealización de las unidades de medida, a la vez que se van idealizando las formas geométricas.
2. Hay cosas que no son medibles directamente, como es el color. En estos casos será necesario distinguir entre las cualidades primarias (que derivan directamente del espacio y del tiempo, o relacionadas con las causas del movimiento: velocidad, extensión, masa,…) y las cualidades secundarias (aquellas como el color, que tienen que ser reducidas a cualidades geométricas para poder ser medibles y expresadas en fórmulas).
El MECANICISMO consistirá en entender que toda explicación física tiene que ser reducida a movimiento o a las causas del movimiento. En el mundo sólo hay partículas (cuerpos) en movimiento, y todo lo que observamos son los efectos (pasados por la subjetividad) de estos fenómenos.
La materia es homogénea y descualificada, también el espacio y el tiempo.
Descartes, con su distinción entre res cogitans y res extensa, y entendiéndolas como sustancias, contribuirá de manera esencial a esta concepción de la naturaleza. Él es el inventor, entre otras cosas, de los ejes que llevan su nombre y que permiten “dar nombre” a cualquier punto del espacio, en función de números ordenados. Si consideramos que toda función puede ser expresada biunívocamente por una gráfica, tenemos que “todo es número”. Volvemos a un pitagorismo mucho más desarrollado que el antiguo. Todo esto será completado con la afirmación (de Newton) de la existencia de un tiempo y un espacio absoluto y totalmente homogéneos y descualificados.
Por otro lado, seguimos moviéndonos en el ámbito de un platonismo esencial, ya que tenemos un mundo sensible (el mundo vivido de manera inmediata, el de las cualidades secundarias y la subjetividad) del cual, como decía Platón, no puede haber ciencia, mientras que hay un mundo ideal (el de la naturaleza matematizada) que es perfecto y exacto y del cual sí puede haber ciencia. La gran diferencia, sin embargo, es que este nuevo mundo de las Ideas platónicas, ha dejado atrás el Bien como criterio de medida.