
Martín H

¿A quién ama Gibert Grape?
Son innumerables las películas en las que aparece de una forma u otra el tema de la libertad. Aunque siempre aparece desde una perspectiva única e irrepetible, como la vida misma. Nosotros nos hemos fijado en cuatro contraposiciones básicas: la espontaneidad, el nihilismo, sus límites y la obediencia. Pero el tema es inagotable.
La película “¿A quién ama Gilbert Grape?” ofrece un buen ejemplo de la contraposición entre espontaneidad y verdadera libertad en las figuras de Gilbert Grape y su hermano Arnie. Arnie es espontáneo, pero es incapaz de conservarse vivo (la escena de la bañera, o la insistencia en subir al depósito, p.e.). Gilbert, aunque pueda no parecerlo, es libre, ya que asume responsablemente la carga de su familia, que podría esquivar tal como hizo su hermano mayor.
La otra cara de la libertad absoluta es el nihilismo. Cuando cada uno de los personajes que aparece tiene la creencia de que no existe ningún lazo absoluto y la vida es algo que cada cual debe construirse, se muestra la falta de sentido de todo que se camufla (mal) tras las drogas. ¿Podemos tomar la decisión de no decidir nunca más? ¿Podemos usar nuestra libertad para anularnos?
Esta es la historia de un hombre que se queda en paro y decide robar taxis por la noche (que devuelve a la mañana siguiente) para trabajar con ellos y sobrevivir con un poco de dignidad. El dilema moral que expone este documental dramatizado es la tensión entre la responsabilidad y la obediencia.
Aunque se pueda establecer una distinción puramente teórica entre la libertad moral y la libertad política, lo cierto es que la libertad política condiciona la moral de aquellos que queremos ser obedientes (ya sea por principios o por simple miedo) a la vez que los desobedientes y rebeldes ponen en tela de juicio el régimen de libertades.

El Taxista Ful
