El anarquismo es una ideología política desarrollada sobre todo en el s. XIX a partir del socialismo utópico, siendo Proudhon el primero en recorrer ese camino y autodenominarse “anarquista”. Bakunin y Kropotkin cuentan entre los defensores más destacados de estas ideas. “an-arquismo” viene del griego y quiere decir “no-gobierno”. Es la primera ideología política que propugna la desaparición del Estado pero también de toda autoridad, postulando también la igualdad entre sexos. Coincide con los comunismos en la lucha contra la propiedad privada y la religión como superstición opresora impusta por la clase dominante.
El anarquismo

Esta doctrina, obviamente no puede ser defendida per ningún partido político, ya que cualquier partido como tal, incluso los comunistas, aspiran al poder de Estado. Eso no impide que haya otros tipos de asociaciones como sindicatos (en España, la CNT) vinculados a esta ideología. Su acción política en el pasado y en la actualidad ha consistido en denunciar las incoherencias de la propiedad privada (okupas), de las relaciones laborales (CNT) y trabajar por una cultura popular de base (contraria a cualquier política de adoctrinamiento cultural) que prepare una futura convivencia sin Estado, cosa que exige una larga tarea educativa. Esta es la función de los ateneos libertarios y otras asociaciones.
La sociedad ideal anarquista es una sociedad sin clases, sin diferencias sociales y sin propiedad privada. Obviamente, hay leyes y costumbres, pero no hay un Estado represivo. El órgano de gobierno es la asamblea en la que participan todos. Uno de sus lemas es “todos somos necesarios, pero nadie imprescindible”. La sociedad anarquista tiene que ser autárquica, se tiene que abastecer por ella misma. Hay intercambios, pero no hay dinero: “de cada uno según sus posibilidades, a cada uno según sus necesidades” (reza otra de sus máximas). Todas estas características implican que el anarquismo sólo puede organizarse a partir de pequeñas comunidades.
Se suele considerar el anarquismo una “utopía”, es decir un ideal no realizable –al menos de manera generalizada, más allá de pequeños experimentos sociales. Este supuesto utopismo está ligado a una concepción optimista de la naturaleza humana: “el hombre es bueno por naturaleza”, y una concepción pesimista del desarrollo histórico: es la sociedad la que ha corrompido a los hombres actuales. Esto quiere decir que toda política tiene que ser un acto educativo: la acción política debe emanar de la voluntad soberana de los ciudadanos: hay que hacer ciudadanos libres y responsables.