Platón nació el 427 a.C. en el marco de una familia de la aristocracia ateniense. Lo primero que sabemos de su vida intelectual es que compuso tragedias que, según la tradición, lanzó al fuego cuando conoció a Sócrates. La manera socrática de entender la filosofía será la huella más notable a lo largo de toda su trayectoria intelectual y una fuente de inspiración constante en su obra posterior, como tendremos ocasión de comprobar. El mismo hecho de componer la filosofía en forma de diálogos es una herencia socrática, ya que es una figuración de la actividad cotidiana de Sócrates, que nunca escribió nada. Según la mayoría de estudiosos de la obra de Platón, la fgura de Sócrates nos permite incluso reconstruir la secuencia de los diálogos platónicos, desde aquellos que son un fiel reflejo de su actividad (llamados diálogos socráticos), hasta aquellos en los que el personaje Sócrates es sólo la voz de Platón (diálogos doctrinales) o, incluso, aquellos en los finalmente Sócrates se verá desplazado del contro del diálogo (diálogos criticos). Aunque la influencia socrática no es la única, parece ser que su juicio y condena es lo que determina definitivamente el proyecto intelectual y político de Platón.
Breve noticia biográfica

Así es como Rafael ve a los dos grandes filósofos de Grecia. Lógicamente Platón es el mayor y Aristóteles el más joven. Lo nuevo (y propio del Renacimiento es que están a la misma altura.
Otra influencia de progresiva relevancia en su trayectoria son sus sucesivas visitas a Sicilia, que tienen que ver con las experiencias políticas que complementan su reflexión teórica sobre la justicia (Ver Carta VII). Sin embargo, la trascendencia de estas visitas radica en el conocimiento de la filosofía pitagórica, cada vez más presente en su propio pensamiento.
La primera visita la realiza tras la muerte de Sócrates, llamado por Dión, cuñado de Dioniso (el tirano de la ciudad de Siracusa). Parece ser que Dión quería, a través de Platón, acercar la filosofía a la tiranía: el viaje fue políticamente un desastre: Dioniso lo acabó vendiendo como esclavo y aquí habría acabado la historia del filósofo Platón si no llega a ser por un amigo incondicionl que pagó el rescate, lo que le permite volve a Atenas en el 387 a. C. (12 años después) y fundar la Academia. Como podemos ver, desde el año 399 al 387 pasan 12 años en los que Platón está fuera de Atenas. De sus viajes en este periodo sabemos muy poco. Se supone que es en esta época cuando escribe los primero diálogos, llamados socráticos.
Si bien el viaje fue un error político, fue un acierto intelectual, ya que en Sicilia contactó por primera vez con comunidades pitagóricas que lo influyeron profundamente en su consideración de las matemáticas y de la naturaleza del alma. Las influencias pitagóricas permiten caracterizar a la época que empieza a partir de ahora, como etapa de transición entre el Platón puramente socrático y un Platón más interesado por la ontología y con una concepción más pitagórica del alma y de las matemáticas.
En la fundación platónica de la Academia hay que ver, al igual que en la escritura de los diálogos una clara intencionalidad política. Se trata de competir con los sofistas en la formación de ciudadanos virtuosos que hagan posible una ciudad justa. Con la progresiva complicación de la filosofía platónica, en la Academia ya no se estudiará sólo dialéctica, (la filosofía propiamente), sino también matemáticas (necesarias para saber de formas y figuras y jugar con facilidad con abstracciones) y música (necesaria para saber de armonía) como materias fundamentales pero no únicas. Esto, al menos, parece deducirse de el diálogo La República, en que el personaje $ócrates explica cuales han de ser les materias convenientes para una buena educación. Ahora bien, precisamente por este diálogo también sabemos que la educación cumple una finalidad muy concreta en la polis y es la de formar a quien tendrá que gobernar la ciudad (lo llamaremos la “educación del filósofo-rey”).
El año 367 viaja por segunda vez a Sicilia. Dioniso ha muerto y su hijo homónimo podría ser un firme candidato a filósofo-rey; al menos, eso es lo que piensa Dión, que vuelve a llamar a Platón y se vuelve a equivocar. Después de una desavenencia, Dioniso II el Joven destierra a Dión y a Platón, que vuelve a Atenas. Parece ser que, tras este segundo viaje y nuevo contacto con los pitagóricos, compondría sus grandes diálogos doctrinales.
El año 361 realiza su tercer y último viaje a Sicilia, invitado por el mismo Dioniso. Pero este viaje acaba de la misma manera que los anteriores. Desde su regreso a Atenas hasta su muerte, podemos situar sus últimos diálogos, también llamados críticos. Platón muere en el año 347 a.C.
Obra
A partir de sus visitas a Sicilia y su profundización en el conocimiento de la filosofía pitagórica y eleática, su obra puede ser dividida en cuatro etapas con modelos de diálogos más o menos diferenciados.
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Etapa socrática o de juventud: (399-387). Comprende todos los diálogos anteriores al Menón. Recibe este nombre porque suponemos que en estos diálogos, el personaje “Sócrates”, que es central en todos ellos, refleja la realidad del Sócrates histórico. En ellos, Sócrates no expone ninguna teoría positiva, sino que su actividad como interlocutor de los diálogos se limita a preguntar a determinados personajes de la vida pública ateniense sobre lo que hoy llamaríamos valores morales o estéticos: la virtud, la belleza, la poesía, la amistad, la piedad, el coraje…En el decurso del diálogo no se da ninguna respuesta definitiva, sino sólo la apertura a distintos intentos de definición que Sócrates se encarga de refutar. Por ello, son llamados también diálogos aporéticos, ya que en ellos encontramos la aporía, es decir, la falta de recursos del personaje interrogado para continuar buscando respuestas a la cuestión socrática. Quizás era eso lo que pretendía Sócrates que alardeaba de su docta ignorantia. Así, los diálogos serían una especie de memoria socràtica. De esta estapa podemos destacar: los dos Hipias (mayor y menor), Ión, Protagoras, Apologia de Sócrates (que no es exactamente un diálogo), Critón, Alcibíades, Cármides, Laques, Lisis y Eutifrón.
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Etapa de transición: (387-367). La diferencia básica de esta etapa con la anterior es que comienzan a aparecer elementos pitagóricos en sus diálogos: fundamentalmente ejemplos matemáticos (muy ajenos a la mentalidad socrática) y la doctrina de la transmigración de las almas. Estos elementos los relacionamos con su primer viaje a Sicilia y su contacto primero con comunidades pitagóricas. Pertenecen a este grupo: el Menón, Gorgias, Crátilo, Eutidemo y Menexeno.
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Etapa de madurez: (367-361). Son los diálogos que más fiel y sistemáticamente expresan el pensamiento platónico, sobre todo en relación con su ontología, antropología y política. En ellos aparece la Teoría de las Ideas, que constituye el nucleo de todo el pensamiento platónico. Son El Banquete, República, Fedón y Fedro.
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Etapa crítica: (361-347). En algunos puntos, estos últimos diálogos no son totalmente coherentes con todas las doctrinas expuestas en los anteriores. Pero de manera “coherente” con esta “incoherencia”, ahora ya no es Sócrates el indiscutible portador de las doctrinas positivas que aparecen. En algunos casos, Sócrates pasa a ser un personaje secundario o un aprendiz (como en el Parménides). En otros, ni siquiera aparece (como en el Timeo). Además de los ya citados, pertenecen a esta etapa: el Filebo, Teéteto, Sofista, Político, Critias y Las Leyes.
Obviamente, esta clasificación no tiene que ser considerada como un dogma. Hay casi tantas como estudiosos de Platón, y muchas de ellas defendibles. Pero es práctico ser consciente de los 4 momentos doctrinales diferentes (pero complementarios, no contradictorios) que podemos encontrar en Platón.
Influencias
En la obra platónica (según las fuentes de que disponemos) podemos hablar de 4 influencias fundamentales: Sócrates, pitagorismo, Heráclito (por medio de Crátilo) y Parménides. Los sofistas también son una referencia importante en la filosofia platónica, pero en negativo, es decir, precisamente como aquella filosofia en contra de cuya significación política se opone frontalmente la obra de Platón.
La influencia de Sócrates es tanto de contenido como formal. En relación con él podemos destacar les siguientes características de la obra platónica:
a) El hecho de escribir diálogos tiene relación con la práctica exclusivamente oral de la filosofía socrática. Sobre todo en los primero diálogos, podríamos decir que Platón escribe lo que Sócrates hacía. Platón intenta una forma de escritura en la que haya la menos cantidad de escritura posible, y eso es el diálogo filosófico. Recordemos que este diálogo, desde el punto de vista de la acción socrática, no es democrático, no es una libre exposición de las opiniones de cada cual en la que todas valdrían por igual, sino que hay en él una acción mayéutica, es decir, un “dar a luz” una criatura del que sería incapaz el interlocutor por sí solo.
b) También los temas de preocupación son inicialmente socráticos: los valores morales y estéticos. Platón no se preocupará por la physis hasta su última época creativa con el Timeo.
Resumiendo, podemos decir que, en Platón, los problemas y el método son socráticos (con una diferencia sustancial: Platón escribe, y Sócrates no).
La influencia pitagórica en la obra platónica se puede detectar en su concepción del alma y en el importante papel filosófico y propedéutico que tienen las matemáticas.
En relación con el primer punto, parece ser que la idea de la transmigración de las almas (metempsícosis) defendida (de manera mítica) en algunos diálogos (como el Fedro) seria un préstamo pitagórico que Platón integra en su filosofia.
En relación con el segundo punto, hay que decir que las formas matemáticas, sin ser elementos divinos o mágicos como en el pitagorismo ortodoxo, tienen una importancia de primer orden en la elevación espiritual del hombre y por tanto, en el cuidado de su alma, ya que el trato con las formas matemáticas con la abstracción de contenidos que comporta es un primer paso de cara al trato con las Ideas.
El pensamiento heraclitiano lo influyó muy indirectamente y de manera absolutamente desvirtuada, ya que Crátilo, que según la tradición fue uno de los maestros de Platón, había malinterpretado el pensamiento de Heráclito llegando a desconfiar del lenguaje y comunicándose (segú DL) con un dedo. Esto es, evidentemente, un anécdota típica de Diógenes Laercio, pero que refleja muy bien el peligro que Platón ve en la tesis “todo está en movimiento continuo”. Esta tesis, que también podía ser atribuida al sofista contemporáneo de Platón, Protágoras, implica la negación de toda posibilidad de conocimiento. Y efectivamente, Platón la acepta en relación con el mundo sensible. Por eso no puede haber conocimiento (ciencia) de este mundo. Y por eso es necesaria la existencia de otro mundo (el de las Ideas) que no es otra cosa que el resultado de la constatación de que, a pesar del cambio continuo del mundo sensible, hay conocimiento. Si podemos saber qué es un triángulo es porque, a pesar del devenir continuo del mundo sensible, el triángulo siempre es triángulo, aunque las cosas empíricas triangulares lo sean ahora y después dejen de serlo. Igual pasa con la Belleza, la Justicia,...Como vemos, la influencia heraclitiana es el fundamento del núcleo del pensamiento platónico: la Teoria de las Ideas.
La influencia de Parménides, en cambio, es mucho más genérica. Se puede resumir en la aceptación platónica de la Via de la Verdad: a) El ser es y no puede no ser, y tiene una serie de características como la inmutabilidad, unidad, identidad,...que son las que Platón atribuye a las Ideas. Podemos decir que las Ideas platónicas son un desarrollo del ser parmenídeo. b) Vale lo mismo para el pensar y el ser. Esto ya lo hemos visto, de alguna manera, al hablar de Crátilo. El ser, las Ideas, es todo aquello que puede ser pensado en sentido riguroso porque es uno autoidéntico e inmutable. El mundo sensible, sin embargo, no puede ser pensado y, por eso, no es. Sin embargo, hay que recordar el “parricidio” del que se habla en el Sofista: el no-ser también es de alguna manera. Y ésta es la idea de alteridad. Sin este matiz sería imposible el eros filosófico tal y como es descrito en el Banquete. El conocimiento de lo perfecto (Ideas) parte de lo sensible, a partir de la constatación de su no-ser. Es decir, Eros es hijo de Poros y Penía.