La figura de Platón es tan central en la Historia de la Filosofía y la Cultura Occidental que de alguna manera toda filosofía se debe definir frenta a esa fuente originaria incluso aunque se configure como antiplatonismo (como sería el caso de Nietzsche). La expresión más clara de esta concepción sería la famosa sentencia de Whitehead según la cual toda la “historia de la filosofía son notas a pie de página a la obra de Platón”.
Platón, discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles vivió en la Grecia Clásica de los Sofistas y de la Guerra del Peloponeso entre el 427 a. C. y el 347 a. C. Su filosofía reune por primera vez todos los grandes temas de los que había tratado la filosofía hasta ese momento.
La Teoría de las Ideas define lo esencial de la filosofía platónica. Sólo cabe hablar de ontología si somos conscientes de que el nombre y la división de la filosofía en apartados es algo que hacemos nosotros y no él. Pero con esas salvedades podemos afirmar que la ontología platónica (su concepción de lo que es real) se define por la preeminencia de la Idea.
Si queremos concebir la obra platónica como una unidad, seguramente lo más acertado sería entenderla bajo el prisma de su pasión política visto lo que le ocurrió a su maestro Sócrates "el más justo de los hombres" en el contexto de una democracia mediatizada por los Sofistas. Desde esta perspectiva hay que entender la fundación de la Academia.
La Teoría de las Ideas como noción esencial es apoyada por la doctrina de la Reminiscencia, según la cual "conocer es recordar". Ahora bien, la primera lección de la Teoría del conocimiento platónica es que el nunca escribió nada de las verdades primeras que sólo podrían aparecer en el alma del filósofo como recompensa a una larga vida de esfuerzo serio. No debemos olvidar que de Platón sólo tenemos diálogos y mitos, que no pretenden sustituir la fuerza de la oralidad.