Introducción
Hay que decir que tanto el nombre de ontología como el de Teoría del Conocimiento se han acuñado con posterioridad a esta época. Así, la división en apartados es nuestra (nos la impone el temario) y no platónica.
Por ontología debemos entender “concepción del ser” (del ente en tanto que ente). El significado exacto de esto en Platón es la división en 2 tipos esenciales de ser (dos mundos): Mundo de las Ideas y Mundo sensible, pero teniendo en cuenta el significado de la expresión “mundo” (kosmos) en griego que es la noción de un todo ordenado.
Ontología de Platón

¿Qué son las Ideas?
Debemos empezar diciendo qué no son. Por supuesto, no son un objeto mental inmaterial y de dudosa naturaleza tal como las concebimos actualmente. Para Platón las Ideas son la realidad real. Idea es una palabra griega que significa algo así como “forma” o “aspecto” de las cosas.
Las Ideas son el objeto único, inmutable, necesario e intelectual que explica la realidad variable y contingente de los sentidos. Platón recoge el reto de Parménides e intenta dar una explicación al mundo de los fenómenos tal y como lo describe Heráclito. Los sentidos nos ofrecen una variabilidad infinita de ejemplos, de individuos que conocemos con el mismo nombre: hombre, p.e. Ahora bien cada hombre no es “el hombre”. Los hombres nacen y mueren, pero “el hombre” permanece. Por eso, en lo que ahora nos incumbe, sólo “el hombre”, es decir, la Idea, puede ser objeto de conocimiento. Todo lo que lleguemos a conocer de la esencia “hombre” será aplicable a la variabilidad infinita de hombres. Es decir, “el hombre”, como el ser de Parménides, es, pero los hombres son y no son.
La afirmación de las Ideas de Platón es la certera respuesta al desafío de Parménides (sólo el ser es) unido a la inequívoca desvaloración del mundo sensible efectuada por la filosofía de Heráclito.
Podemos hablar de las cosas y sabemos a qué nos referimos. Pero las cosas sensibles no pueden mantenerse en la constancia y en la identidad. Dicho en términos de Platón: la cosa como tal (la cosa en-sí) no es ninguna cosa material, porque todas éstas son ejemplos fugaces, determinados e imperfectos. Llamaremos mundo de las Ideas a este espacio de la razón. También percibimos los objetos del mundo de las Ideas, pero no con los sentidos, sino con el nous (intelecto). Hay que tener en cuenta que la palabra griega idea/eidos no tiene nada que ver con la palabra española “Idea”. Significa “aspecto, forma, figura”. La palabra es, obviamente, una metáfora porque no hay otra manera de referirse a este mundo de las Ideas si no es mediante metáforas, imágenes, símiles y mitos.
A partir de las cosas materiales (ejemplificaciones de Ideas) no puede haber ninguna demostración necesaria, ni ninguna ley, ni ninguna verdad universal. Si hay verdades de este tipo es porque hablamos de Ideas.
A partir de aquí aparece una dualidad ontológica (dualidad de mundos) relacionada con dos tipos de objetos: las Ideas (lo que verdaderamente es) y lo sensible (lo pasajero). Ya hemos hablado de la influencia de Parménides y Heráclito, pero también hay que recordar la influencia más directa de Sócrates en su búsqueda perpetua de la definición a través de la aporía. Si las cosas son algo deben de ser definibles sin contradicción. Esto que ha sido demostrado por los pitagóricos para los objetos matemáticos, es especialmente relevante para los objetos morales y estéticos: la virtud, la justicia, la valentía, el amor o la belleza o la piedad requieren una justificación y una fundamentación.
Estos objetos no cambian porque no son vistos con los sentidos sino con la razón. Si las Ideas de justicia y virtud son eternas e inmutables como las matemáticas, entonces sólo se trata de buscarlas y conocerlas puesto que serán siempre las mismas. Es la manera más definitiva de acabar con el relativismo ético de los sofistas.
De la misma manera que en el mito de la caverna, lo sensible no “es”, no “existe” propiamente, son sólo “sombras” cuya existencia deriva de Ideas que (quizás) no vemos directamente si no estamos acostumbrados.
Así la teoría de las Ideas se puede resumir en 3 axiomas:
1.La Idea es perfecta, eterna e inmutable
2.La Idea es lo que existe propiamente y se contrapone a un mundo sensible de sombras que no acaba de existir del todo
3.La relación entre ambos mundos es de imitación (como las sombras).
Contraposición de los dos mundos
Si el mundo sensible es el mundo de las apariencias en donde sólo cabe la opinión, el mundo de las Ideas es el mundo de la esencia (o de las esencias). Efectivamente, como podemos comprobar en el símil de la línea, los dos mundos están íntimamente ligados a dos tipos de conocimiento.
Por otro lado, si el mundo sensible es el mundo del devenir (y por eso no es posible su conocimiento), el mundo de las Ideas es el mundo de la quietud, la permanencia y la eternidad. En adelante, en la historia de la filosofía, estas características serán identificadas con el Ser. Se puede decir que el mundo de las Ideas es el mundo del Ser (con las características que ya le había otorgado el poema de Parménides).
Por otro lado, mientras que el mundo del Ser y la Esencia es un mundo necesario (en el que no existe la casualidad, es como el mundo matemático), el mundo sensible está compuesto por entes siempre contingentes (que podrían no ser o ser de otra manera). El abismo entre ambos mundos es insalvable, y esto pertenece a la esencia del pensamiento de Platón –el dualismo-. Ya veremos que la misión de Aristóteles es precisamente romper el dualismo para tender puentes entre los dos mundos.
En definitiva, la tradición llamará al mundo de las Ideas “suprasensible”, por contraposición al mundo sensible. El mundo suprasensible es el mundo donde habitan los dioses y las almas puras (según explican los mitos platónicos), Posteriormente, la religión cristiana aprovechará una gran parte de esta mitología platónica tanto como su cuerpo doctrinal.
Cuando Platón contrapone en sus diálogos los dos mundos, las palabras que utiliza son: imitación y participación. Se puede decir que el mundo sensible imita el mundo de las Ideas o bien que las cosas sensibles participan de las Ideas. Mientras que la relación de imitación sólo explicaría la relación entre cosas sensibles e Ideas (las cosas imitan a las Ideas), la relación de participación (que aparece al final de la obra de Platón) también se refiere a la estructura del mundo de las Ideas, que sería parecida a una pirámide, en cuyo vértice superior estaría la Idea de Bien, después otras Ideas generales: Identidad, Justicia,…y al final de todo, ideas de cosas sensibles: barro, pelo,…La Idea de pelo participa de la Idea de Identidad, pero no al revés.
La relación entre las Ideas se descubre a través de la dialéctica. La dialéctica es para Platón el método filosófico por excelencia: en ella se trata de realizar de manera científica lo que Sócrates hacía en la ciudad de manera espontánea, porque se trata de descubrir las esencias, en su relación con el mundo sensible y en su estructura que constituye el mundo como cosmos (de Ideas).
Parece ser, según las referencias de Aristóteles, que la estructura jerárquica del mundo de las Ideas es: 1) Ideas, 2) Números, 3) Cuerpos geométricos, 4) Elementos y 5) Cosas sensibles concretas.
El Timeo y la creación
El Timeo es un diálogo muy extraño en que Platón explica, mediante un mito y a través de unas complicadísimas relaciones de proporción matemática (que recuerdan mucho los temas pitagóricos) la creación del mundo. De manera resumida podemos decir que la creación del Demiurgo (Artesano, Artífice) es muy diferente de la creación del Cristianismo, ya que hay 3 elementos preexistentes a la creación (eternos): el Espacio, la Materia y las Ideas. Todo esto estaba en una mezcla inicial. El Artesano o Artista fue el encargado de crear el mundo sensible a partir de estos elementos, de la misma forma que se hace una escultura a partir de unos materiales (e Ideas) previos.
En los últimos tiempos, K. Gaiser, H. Krämer y G. Reale han defendido un nuevo paradigma para explicar la filosofía fundamental de Platón llamado “doctrina de los principios” que, según ellos estaría por encima y explicaría la misma teoría de las Ideas. A su favor esgrimen varios argumentos:
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El papel de la Idea del Bien como “más allá de las Ideas” claramente visible en el mito de la caverna. El Bien es identificado con el UNO de la teoría de los Principios, que se enuncia como “el uno y la diada indefinida” que, de manera semejante a un principio material y formal darían lugar a las Ideas mismas.
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A su favor tenemos varias citas de Aristóteles, el discípulo más aventajado de Platón.
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A partir de estos principios se hacen más inteligibles algunos diálogos, como es el caso del Timeo, ya que entendemos el papel del número, que para los Pitagóricos era el arkhé, como el intermediario entre las Ideas y las cosas sensibles, ya que siendo la pluralidad es inmutable y perfecto. La influencia de los pitagóricos en Platón resulta así ser más penetrante que en el resto de interpretaciones.
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Por otro lado sabemos que para Platón la escritura no es el medio privilegiado de transmisión de la filosofía, sino la oralidad, y en su Carta VII, dice textualmente que el “nunca confinará el saber filósofico más elevado a ninguna obra escrita, ya que este aparece como una chispa después de un largo tiempo de vida y meditación filosófica”. La intuición filosófica fundamental no puede ser relegada a la obra escrita.