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LAS FORMAS DE GOBIERNO

La clasificación tradicional

 

La clasificación tradicional de las formas de gobierno procede de Aristóteles y se basa en la cantidad de gobernantes, en paralelo a su clasificación de las proposiciones según la cantidad. Así, de la misma manera que los juicios pueden ser divididos en: universales, particulares y singulares, las formas de gobierno se clasifican según el gobernante sea uno, varios o todos. Para Aristóteles, además, de cada principio hay buenos y malos ejemplos.

Cuando el gobernante es único se habla de Monarquía, si es que se rige por el buen gobierno y el interés de los ciudadanos y Tiranía si el gobierno es ilegítimo y en provecho propio.

Cuando son varios los gobernantes, entendemos que hay una Aristocracia si el gobierno es legítimo y en provecho de todos los ciudadanos, y una Oligarquía si es ilegítimo y en provecho de unos pocos.

Por último, cuando gobierna todo el pueblo, se habla de Democracia, si el gobierno es legítimo y regido por intereses universales y Demagogia si es ilegítimo y regido por luchas de intereses particulares.

Con independencia de la valoración que se hará en el futuro de cada tipo de gobierno y de los cambios de significado de algunas denominaciones, esta clasificación de las formas de gobierno constituye la base de todas las que se han hecho en la posteridad. Así, por ejemplo en Rousseau, que, en El Contrato Social las analiza con detenimiento, aceptando también el principio clásico de que no hay una forma universalmente mejor, sino que las circunstancias de cada pueblo pueden hacer más recomendable una u otra  (libro III, cap. 3-8). 

La democracia

Aparentemente, la democracia es la forma gobierno más extendida entre los países desarrollados económicamente y de cultura occidental, pero, dada la gran cantidad de cosas diferentes que llamamos democracia, es conveniente que, ante todo, nos pongamos de acuerdo en una buena definición de esta forma política.

Aceptaremos que, en sentido amplio, una democracia debe suponer las siguientes reglas de juego:

1.Todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión y a ser escuchado.

2.Las decisiones políticas deben tomarse de manera colectiva y, en ningún caso, se pueden tomar contra la voluntad de la sociedad.

3.Las leyes son para todo el mundo y todos somos iguales ante las leyes.

4.La regla de la mayoría no puede ser la opresión de la minoría. Tiene que respetarse el derecho a ser o sentir de manera diferente.

5.El valor asociado es la tolerancia y la pluralidad política.

 

Desde la época de Platón, la democracia siempre ha tenido una valoración negativa como uno de los peores (si no el peor) sistema de gobierno hasta bien entrado el s. XX, ya se entienda como gobierno del pueblo o de los pobres, pues el gobierno debe estar en manos de los más preparados. El libro de A. Arblaster, Democracia, hace un exhaustivo análisis histórico de esta valoración.

Rousseau, en El Contrato Social ya advierte de todas las dificultades que implica una verdadera democracia. “Si hubiera un pueblo de dioses, se gobernaría democráticamente, pero no conviene a los hombres un gobierno tan perfecto” (libro III, cap. IV). Este autor se decanta más bien por una aristocracia electiva, que viene a ser nuestro modelo contemporáneo de democracia.

 

La dificultad fundamental de una democracia en sentido estricto es la inoperancia de que haya tantos gobernantes como gobernados. Por eso se establece usualmente el principio de la “representatividad”: un ciudadano particular puede representar los intereses de un grupo más o menos numeroso. Ahora bien, la representatividad plantea sus propios problemas.

El tipo y la forma de la representatividad es lo que diferencia democracias tan diversas como la democracia antigua y cualquiera de las contemporáneas. De hecho, la forma de elección de los representantes en relación con cada uno de los poderes del Estado es lo que da lugar a las diversas democracias. Mientras que en el sistema anglosajón (USA, Reino Unido) la elección del representante del legislativo es directa, en otros países europeos (España, Francia,…) está condicionada a un sistema de partidos. También hay que diferenciar qué poderes se eligen directamente. En una república como la francesa, los ciudadanos eligen tanto el poder legislativo como el ejecutivo (el presidente de la República) de manera diferenciada e independiente. En nuestro país el ejecutivo es elegido por el legislativo e incluso el gobierno del judicial.

Por otra parte, no hay que confundir la forma jurídica del Estado con la tendencia política de organización de la sociedad. Así, dentro de lo que hemos entendido por democracia cabe desde una socialdemocracia  a una democracia liberal (en todos sus grados). Estos términos se refieren sobre todo a la forma de repartir la riqueza y a la relación entre libertad e igualdad.

Hay que decir que, en teoría, tanto el comunismo como el anarquismo son ideologías compatibles con la democracia, pero nunca se ha llevado a cabo tal síntesis, por lo que, por el momento, sólo pueden ser juzgadas como ideologías.

 

 Otras formas (no democráticas) de organización política

 

Por último, hablaremos de otras formas de organización política que se han dado a lo largo de la historia y que no coinciden con la división clásica.

 

  • La Monarquía se produce cuando un solo individuo particular gobierna por encima de todas las instituciones de manera hereditaria. Antiguamente se creía que los reyes estaban en contacto directo con los dioses, que éstos los elegían o castigaban, y se les hacía responsables incluso de las lluvias y otros fenómenos naturales. Aunque la Monarquía es claramente un residuo del pasado, se resisten a desaparecer y permanecen en muchos países occidentales en forma de “monarquía parlamentaria”. En estos casos, el rey detenta la representación del Estado al más alto nivel. Cuando esto no ocurre hablamos de una República. En España ha habido dos periodos republicanos.

 

La tiranía, el autoritarismo y el totalitarismo. Estos términos deben ser claramente diferenciados aunque haya una tendencia a confundirlos:

  • La tiranía (despotismo) es la simple usurpación violenta del poder por alguien que no tiene ninguna legitimidad para hacerlo y lo hace por la fuerza: es el típico golpe de Estado, fuerza habitual en las sociedades de poca tradición democrática y mucho desequilibrio económico-social. Normalmente es ejecutada por el ejército, o al menos debe contar con su beneplácito, ya que es quien detenta el poder ejecutivo fáctico en un país.

  • El totalitarismo, en cambio (fascismo, nazismo y ciertos comunismos y nacionalismos son los ejemplos más destacados) se basa en un sistema de partido único que quiere uniformar el pensamiento (que todo el mundo piense de la misma manera).El totalitarismo es un fenómeno específico del s. XX que va ligado a la manipulación política de la masa. Se basa en un control exhaustivo del pensamiento, en la eliminación de la pluralidad política y de las minorías y utiliza la fuerza de la masa que controla a través de los medios de comunicación, eliminando la disensión. El totalitarismo no cabe encorsetarlo en una forma jurídica, se puede pensar como en un “rasgo” que afecta más o menos a otros sistemas que pueden ser formalmente incluso democracias. De hecho es un peligro endémico de la democracia occidental a causa del predominante papel que juegan los medios de comunicación en la formación de la opinión política.

  • Por último, el autoritarismo es un sistema típico de otras épocas pasadas y que se puede concretar en diferentes formas jurídicas: consiste en que la autoridad tiene una fuerza propia porque es aceptada por todos. La autoridad es venerada y respetada porque representa los valores más sagrados de la sociedad. El autoritarismo está en relación directa con la fuerza que tienen las costumbres. Bcsh1

 

Se dice que gobierna una Oligarquía en un país cuando el poder real está en manos de unos pocos individuos a causa de su peso económico, histórico, religioso, etc. La oligarquía no es una forma jurídica de organización del Estado, sino una forma real de gobierno. La oligarquía se produce cuando la fuerza del gobierno legítimo es insuficiente. Por ello, también ha sido largamente discutido cuál es la fuerza conveniente a un Estado: un Estado débil no gobierna, un Estado demasiado fuerte puede estrangular la libertad de los ciudadanos. Lo que está claro, y nos debe hacer reflexionar, es que hoy en día el poder económico gobierna en paralelo al poder político.

 

En las democracias actuales se suelen dar mezclas en porcentajes variables de todas estas formas.

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