1. LA ONTOLOGÍA COMO BASE DE TODO LO DEMÁS
La proposición es el elemento mínimo que dice algo. Es la parte más pequeña con sentido en que se puede dividir un discurso.. Las proposiciones serían como los átomos del discurso. Por su misma definición, en toda proposición se dice “algo de algo”. Lo que se dice de algo es lo que llamamos predicado, y aquello de lo que se dice algo es el sujeto de la proposición. Así, toda la proposición tiene una forma o estructura del tipo A es B, en donde A es el sujeto y B el predicado. Podemos decir que lo que hace cualquier proposición es predicar B de A.
Lo siguiente que constata Aristóteles es que hay diferentes maneras de predicar o, dicho de otra manera, que "ser se dice de diversas maneras". Según lo que haya en B estamos entendiendo el ser de la cópula de manera diferente. Veamos como entiende Aristóteles esta división posible de los predicados. Hay predicados que no se pueden dar en el mismo sujeto en el mismo momento. Si decimos “Sócrates es en el ágora” no podemos decir “Sócrates es en el mercado” porque son proposiciones contradictorias (si las afirmamos a la vez). Por el contrario, hay predicados que son indiferentes entre ellos: A pesar de ser en el ágora, Sócrates puede ser joven o viejo y no hay ninguna contradicción entre ello, y cualquiera de las dos opciones es igualmente posible. Así, todos los predicados que son contradictorios entre sí constituyen lo que Aristóteles llama una categoria, mientras que las que son indiferentes pertenecen a categorías distintas. En resumen, mientras que una sustancia es todo aquello de lo que se puede predicar algo, una categoría es todo aquello que puede ser predicado.
LA CONCEPCIÓN DEL MUNDO

Aristóteles encuentra 10 categorías diferentes que pasamos a enumerar: la de sustancia (lo que es el sujeto, p.e.: hombre, caballo), la de cantidad (dos gramos, tres litros), la de cualidad (joven, blanco, gramático), de relación (doble, más grande), de lugar (en el ágora), de tiempo (hoy), de posición (sentado, de pie), de posesión (calzado, armado), de acción (corta) y de pasión (es cortado).
Hay que hacer una mención especial a la categoría de sustancia. La sustancia es para Aristóteles siempre el sujeto, aquello de lo que se dice algo (el “A” de la fórmula anterior). Entonces, ¿cómo puede ser el sujeto a la vez predicado? La respuesta es: el sujeto no puede ser nunca predicado, pero la sustancia (es decir, lo que es el sujeto) sí que puede ser predicada del sujeto. Así, p.e., cuando decimos “Sócrates es un hombre” estamos predicando de Sócrates lo que es. Observemos que en este sentido, la sustancia coincide con la Idea platónica. Cuando habla de la sustancia en este sentido (en el sentido de esencia), Aristóteles habla de sustancia segunda Cuando la sustancia es, en cambio, simplemente el sujeto, (p.e. Sócrates) que no puede ser predicado de nada, entonces hablamos de sustancia primera. En “esto es un lápiz” el “esto” es la sustancia primera y el “lápiz” es la sustancia segunda. La sustancia primera alude al principio de individuación y está en relación con la materia, mientras que la sustancia segunda está en relación con la forma (es universal).
Tanto la física como la metafísica, en Aristóteles, son el resultado de la aplicación de sus categorías sobre la sustancia.
Toda sustancia es un compuesto de materia y forma por un lado, y de acto y potencia por otro. Como ya hemos visto, la materia es el principio de individuación, lo que tiene propiamente cada individuo y lo hace individuo, mientras que la forma es el principio de la universalidad, lo que hace que el individuo pueda ser dicho. Lo mismo vale para la potencia y el acto: mientras que el acto tiene que ver con la “actualidad”, la potencia tiene que ver con lo posible.
De la aplicación de estas categorías a la sustancia natural, a la physis, es decir a aquello que contiene en sí el principio del movimiento, resultará su Fisica. Y de la extrapolación de las mismas a los conceptos que se mueven en la frontera de lo físico nacerá su metafísica que tanto éxito tendrá en la Edad Media y que será incluso el verdadero origen de esa disciplina filosófica.
2. LA FÍSICA Y LA COSMOLOGÍA
La physis es para Aristóteles, igual que en los presocráticos, todo lo que tiene en sí el principio del cambio (contrapuesta así a la techné). Por ello lo que debe estudiar la física es el cambio o movimiento. Debemos observar que, a parte de la oposición physis-techné, hay otra más importante en relación a la historia de la filosofía. Platón no había escrito casi nada sobre la physis, ya que concedía una preeminencia total al ente inmóvil, inmutable y eterno (las Ideas). Para Aristóteles, en cambio, es importante la existencia de una ciencia del ente móvil y corruptible, del “mundo sensible” platónico, lo que está relacionado con su concepción de la sustancia como compuesto de materia y forma. Los entes móviles son así, en primer lugar los cuatro elementos tradicionales: tierra, fuego, aire y agua. Una piedra no tiene en ella el principio del movimiento, pero sí que lo tiene en tanto que es tierra y la tierra tiene su propio principio de movimiento (hacia abajo). En segundo lugar, los seres vivos que también tienen en ellos mismos el principio del movimiento, y, como en estos entes el principio del movimiento es la vida y el principio de la vida la psiqué, se puede decir que la psicología sería la ciencia física propia de los seres vivos.
En todo cambio hay algo que se conserva (lo que cambia) mientras que hay algo que desaparece o algo que aparece. Lo que se conserva tiene que ser necesariamente el individuo, y, por lo tanto, la materia que es su principio. Lo que aparece o desaparece es la forma. Desde el punto de vista del movimiento, hay que considerar también todo cambio como el “acto (entelecheia o energeia) de todo ente en potencia en tanto que está en potencia (dynamis)”. La potencia se entiende en el sentido de potencialidad, de todo lo que puede ser un individuo, y el acto es lo que efectivamente es. El niño es hombre en potencia pero no árbol. Para ser posible el movimiento tiene que haber tres elementos: a) la materia (lo que se mantiene en todo cambio: Sócrates deviene músico), b) la privación: lo que falta antes del cambio (Sócrates no era músico, era a-músico), y c) la forma: lo que se hace sujeto (músico en este caso).
Hay que recordar que la materia es el “interior” de la sustancia, ya que lo exterior y aparente es la forma, y, por eso es, por principio invisible. Si rompemos la sustancia en trocitos, veremos las formas de los trocitos, pero nunca el interior de la sustancia. La materia es sólo lo supuesto (hypokeimenon en griego, subjectum en latín).
Es evidente que podemos establecer una relación entre el par materia-forma y el par potencia-acto según el papel que juegan en todo cambio. El cambio es el acto de la potencia, pero también es la formación de la materia. Según esto, se puede decir que la materia es en cierto sentido potencia y es en este sentido que puede actualizarse en diferentes formas, de la misma manera que podemos decir que la forma es en cierto sentido acto, ya que es siempre actualización de una potencia.
El movimiento puede dividirse en esencial: crecimiento o corrupción, y accidental. En el movimiento esencial hay en juego la forma esencial y por lo tanto el individuo mismo, mientras que en el accidental sólo una forma que puede tener o no sin dejar de ser el mismo, el cambio local (lo que nosotros llamamos movimiento) es sólo un tipo de cambio accidental, junto con el cualitativo y el cuantitativo.
Precisamente el análisis del movimiento esencial nos llevará a la necesidad de utilizar conceptos como el de materia primera y pura potencia que son más propios de la Teología que de la filosofía.
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Por último, ya que toda ciencia tiene que buscar los principios y las causas de los fenómenos que estudia, según Aristóteles, la física se tiene que hacer cargo de los principios y las causas del movimiento. Si los principios son los mencionados más arriba, las causas, relacionadas con ellos, son las siguientes: causa material: aquello a partir de lo cual se hace algo, como la estatua del bronce, formal: paradigma, modelo de la cosa: el plano de la casa, final: aquél término o fin en virtud del cual se produce el cambio: la salud es causa de la curación, y agente o eficiente: lo que efectivamente mueve o realiza el cambio: el padre es causa del hijo y el arquitecto de la casa.
Respecto a la cosmología aristotélica, hay que decir que es un compendio de los conocimiento cosmológicos de su época, a los que aplica su concepción de la physis.
Lo que se había demostrado hasta entonces era que la tierra era esférica, de una dimensión determinada, que las estrellas giraban alrededor de ella cada noche y a lo largo de cada año y que había una serie de objetos errantes (planetas) que no se movían de una manera tan simétrica, sino más arbitraria.
Aristóteles establece la famosa teoria de los lugares naturales. Cada cuerpo, cada elemento físico (que tiene el principio del movimiento por él mismo) tiene un lugar natural. El de la tierra es abajo, mientras que el del fuego es arriba, y el del agua y el aire son relativos siempre a otro elemento. Las direcciones podrían ser un problema (su absolutez o relatividad) si no fuese el universo esférico, con lo que hacia abajo = hacia el centro y lo contrario, hacia arriba = hacia la periferia. Por lo tanto, lo que hay en el centro del universo es la Tierra, el agua está encima de la tierra y el aire sobre el agua. Lo que tiende hacia el exterior es el fuego. Más allá de la Luna están el resto de los planetas (en diferentes esferas) y después el resto de estrellas, las fijas, insertas en una cúpula o esfera que rodea totalmente la superficie de la Tierra, y que se llama “esfera de las fijas”.
Así tenemos que, para Aristóteles, en realidad no hay un mundo, sino dos: el mundo sublunar y el mundo supralunar. El primero es imperfecto, en él hay generación y corrupción, nada es eterno y el movimiento propio es rectilíneo (ya que este movimiento tiene comienzo y final, por eso los cuatro elementos se mueven de manera rectilínea). El mundo supralunar, por el contrario, es perfecto, y por eso en él no hay ni generación ni corrupción (no hay vida animal, por lo tanto). Los movimientos en él son circulares ya que este es el movimiento perfecto en el que no hay comienzo ni fin y el único elemento que se puede mover es el éter, un elemento mucho más “etéreo” y sutil que el fuego. Si bien la Física aristotélica y, sobre todo su astronomía (con ligeros cambios operados sobre todo por Ptolomeo) serán las únicas hasta la nueva física galileana (s. XVII), la teoría del éter tendrá tanto peso en la historia de la ciencia que aún en 1895 el experimento de Michelson-Morley intentaba mostrar la existencia o no de esta sustancia.
Más allá de las esferas fijas está el motor inmóvil que, sin tener movimiento él mismo (es acto puro y forma pura, es decir, Dios) da el movimiento inicial a todo el universo moviendo la esfera de las fijas. Así, el principio de la física aristotélica que se aplica a la cosmología es el siguiente: “todo lo que se mueve, es movido necesariamente por otra cosa, que será motor respecto de la primera”[1].
3. LA METAFÍSICA
Si bien la misma palabra “metafísica” aparece por primera vez en la historia como titulo de un conjunto de libros de Aristóteles, él no es el responsable, sino Andrónico de Rodas, que es quien encontró este conjunto de libro en una cueva en el año 60 a. C., los recopiló y les puso este título.
Metafísica (o meta ta physikà, com se diría en griego) sólo quiere decir: más allá de la física. Así, la metafísica (si es que el título es acertado) sería aquella parte de la obra de Aristóteles que, en cierto sentido, es continuación, prolongación de la física. Pero, ¿cuál es este sentido? La física no es una ciencia totalmente autónoma, según criterio del propio Aristóteles, ya que no contiene la totalidad de sus principios. Así, p.e., si la física es la ciencia del “ente móvil”, no hemos dicho todavía cuál es el principio de todo movimiento. Por lo tanto, el “más allá” (metà) de la metafísica lo debemos interpretar en dos sentidos:
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La metafísica es el fundamento de todas las ciencias, en concreto de la física, por eso es sinónimo de "filosofía primera". La metafísica es la ciencia de todos los principios fundamentales y evidentes, aquellos que ya no admiten ninguna demostración más sino que son evidentes en ellos mismos. El conocimiento de la metafísica es, pues, la sabiduría (vd. más arriba).
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Pero "más allá" también quiere decir encontrar los límites del mundo físico, los límites de la sustancia. Si toda sustancia es un compuesto de materia y forma, o acto y potencia, quiere decir imaginar qué sería un acto sin potencia o una potencia sin acto. Es aquí en donde encontraremos la causa última de la realidad física. Como esta causa recibe normalmente el nombre de Dios, la metafísica será también una teología.
Comencemos por el punto 2. La materia sin ningún tipo de forma, lógicamente es equivalente a la pura potencia (sin acto). Aristóteles lo llama “materia primera”, y, para él, es como una especie de materia universal de la que están compuestas absolutamente todas las sustancias. Se puede decir que es la sustancia última (y, por lo tanto, sin ningún tipo de forma) del universo. Ejemplo: cuando morimos, dejamos de ser una sustancia (cambio esencial), ya que dejamos de ser nosotros, de tener una identidad. Pero, en cambio, nos transformamos en polvo, nuestra materia no desaparece de golpe, no pasa a ser “nada”. Esto es imposible, y ya lo había dicho Parménides. Pues bien, la materia que hay en este polvo “de alguna manera” era también nuestra materia constituyente (más la que se ha “perdido” en el camino, con la putrefacción). Podemos decir que todos los seres vivos en el fondo son polvo. Este polvo sería una imagen simple de la materia primera[2].
Por otro lado, la forma sin ningún tipo de materia, es decir, el acto puro, es Dios. Como el acto o la forma es el sentido del movimiento, se puede decir que el acto puro, Dios, es lo que mueve todo (todo se mueve por el acto) y que a la vez no es movido por nada, ya que el acto mismo no tiene ninguna necesidad del movimiento. Así, Dios queda definido como el motor inmóvil, la causa de todo el movimiento en el universo, la causa del mundo físico.
Por lo que respecta al primer punto, sin profundizar demasiado en el tema, debemos decir que el principio de todos los principios es, para Aristóteles, el principio de no contradicción, que es interpretado no lógicamente sino ontológicamente, es decir, como un principio de las cosas que son, de la realidad misma. Un principio ligado al tiempo y que incluso puede servir para explicar cuál es nuestra concepción del tiempo.
[1] Este concepto de Dios será adaptado por el cristianismo en la filosofía de Tomás de Aquino y aún hoy en día es mantenido en el neotomismo, fundamento filosófico de grupos cristianos tan importantes como el Opus Dei): de hecho, en la filosofía aristotélica hay que buscar el origen de algunos preceptos y doctrinas católicas como la negativa al aborto, sustentada en la concepción de la vida como dynamis).
[2] Si se nos dice que este polvo son agregados moleculares o combinados de diferentes tipos de átomos, podemos responder que, en este caso, el átomo básico (el de Hidrógeno) que supone toda complejidad superior (por fisión) sería la imagen de la materia primera. En ambos casos, sin embargo, sólo son imágenes. También se podría decir que elementos más básicos (electrones, positrones, quanta,….) son la imagen de la materia primera. Lo que es significativo, en cambio, es que la materia primera, como tal, no tiene ninguna forma. Lo único que quiere decir Aristóteles con todo esto, para distanciarse de Platón, es que toda sustancia, para serlo (para existir), debe tener materia, no puede ser sólo forma (excepto Dios). Es decir, la existencia comporta la materialidad.