
PITAGÓRICOS Y ESPIRITUALISTAS
De Pitágoras se sabe muy poco. El misterio envuelve la secta del pitagorismo. De hecho, la mayoría de las práctricas religiosas en Grecia eran mistéricas. De él, sólo se sabe que nació en Samos en el 570 a.C., donde recibió la influencia de religiones orientales. Parece ser que, por causas políticas, se vio obligado a emigrar al Sur de la actual Italia, donde creó comunidades en diversas ciudades (Tarento, Crotona, etc.). Estas comunidades eran lo que podemos llamar una secta: con vida en común, prácticas religiosas y prohibiciones curiosas.
Al igual que en las doctrinas órficas, se parte de la división entre cuerpo y alma, con características contrarias. Esta caracterización es la misma que encontramos en el Fedón platónico. El alma es inmortal y pasa de cuerpo en cuerpo (de cualquier ser vivo). Es decir, creen en la transmigración de las almas. Mediante la purificación, el alma puede escapar de este círculo y acceder a la vida de los astros, es decir, a la vida divina. Para ellos, el cielo era la divinidad. Así, la purificación era la meta de toda comunidad pitagórica y el sentido de las prácticas, las prohibiciones y el estudio. La pureza del alma es la armonía y el orden (kosmos) de los elementos. Cosmos significa también la proporción entre los elementos, concepto pitagórico fundamental.
Uno de los descubrimientos fundamentales del pitagorismo es la proporción musical: los intervalos de sonido corresponden a proporciones matemáticas. Ello hace que consideren sagradas tanto la música como las matemáticas. De hecho, se podría decir que, para ellos, el arché de la physis son los números. Al menos, así es como se expresa Aristóteles. Pero su teoría sobre el mundo es también dualista: existe lo ilimitado y el límite (peras y apeiron). Hay que tener en cuenta que para los pitagóricos los números también eran dimensiones (y no una entidad abstracta): el uno es el punto, el dos la línea, etc.
Ejemplos de descubrimientos matemáticos: el famoso teorema de Pitágoras; todo número cuadrado es la suma de números impares (1+3+5+7 = 16, +11 = 25, y así sucesivamente). Pero, además, toda esta teoría era también una teoría axiológica, como en toda secta. Así, existía una tabla con lo que era positivo y negativo:
positivo: límite, impar, unidad, derecha, masculino, inmóvil, rectilíneo, luz, bondad y cuadrado.
negativo: ilimitado, par, múltiple, femenino, cambio, curvo, oscuro, maldad, oblongo.
En lo que respecta a la cosmología, al margen de peculiaridades como la suposición de una Antitierra que explicaría los eclipses, son probablemente los primeros que postulan que la Tierra es una esfera que se mueve y que no está en el centro del universo.
JENÓFANES DE COLOFÓN
Jenófanes es un autor al que cuesta situar en el marco filosófico del momento y al que, como mucho, se suele citar en relación con su crítica al antropomorfismo religioso. Nosotros lo hemos incluido por comodidad en el apartado del espiritualismo, pero igualmente podría ser incluido como un pensador metafísico, ya que su concepción de la divinidad es plenamente metafísica.
En realidad hay que considerarlo como un pensador teológico en sentido estricto, en que la teología no puede ser separada de la filosofía. En efecto, para él, Dios es el principio único del universo (el arché podríamos decir), y este Dios, que no tiene nada que ver con los comportamientos humanos (eso es lo que objeta a Homero y Hesiodo), no es visible para los mortales. Es algo así como la causa de la armonía invisible heraclítea.