Todos los filósofos presocráticos tienen en común la pregunta a la que intentan responder. La pregunta por el arché de la physis. Arché significa en griego: principio, fundamento, gobierno,…y hay que pensarla en el sentido en que estas tres traducciones son traducciones de un mismo concepto: aquello que gobierna es lo que está al principio y por eso es fundamento. En toda la filosofía antigua el fundamento ontológico es también el fundamento u origen temporal. También hoy en la física contemporánea. Por otro lado, la physis es la naturaleza pero esto no quiere decir exactamente los bosques y los animales. Un animal es naturaleza si no está en función de la producción humna. Un animal doméstico o de granja, ya no es naturaleza en ese sentido. Un arbol deja de ser naturaleza en tanto que es considerado como madera para hacer una silla. Así la physis es sólo el contrapunto de la techné. Es por naturaleza todo lo que no es por arte, todo lo que no está en relación con el hacer humano y está sujeto a finalidades humanas. Por lo tanto, como hemos dicho, nada es por physis o por arché en términos absolutos, sino sólo en una determinada consideración: “en cuanto a….”.
En resumen, es conveniente mantener estas dos palabras en el original griego para no perder la profunda riqueza de las posibles traducciones: “el fundamento de la naturaleza”, “el origen del mundo natural” o “lo que gobierna la naturaleza de las cosas” serían tres traducciones igualmente posibles de esta pregunta originaria del pensar filosófico.
Usualmente se suele distinguir entre los presocráticos físicos y los metafísicos. Siendo el lenguaje utilizado y el objeto de la filosofía el mismo, los segundos se distinguen de los primeros por entender el principio buscado ya no en un sentido meramente material sino como una explicación de la totalidad del Ser. Si bien, de entrada habría que considerar su filosofía como ontología (respuesta a la pregunta sobre el ser del ente), también es cierto que la pregunta ontológica arraiga en una determinada concepción de la physis que se ofrece como modelo y punto de partida de todo el preguntar ontológico. En este sentido, es lícito entender su reflexión filosófíca como metafísica.
LOS PRESOCRÁTICOS FÍSICOS
Los presocráticos físicos los dividiremos en dos categorías fundamentales: los milesios y los pluralistas. El planteamiento de todos ellos es semejante: todos buscan el arché de la physis que, además, lo entienden en sentido material. Sin embargo, los pluralistas son una respuesta al gran reto que supone el monismo de Parménides, sobre todo después de las versiones de las paradojas de Zenón sobre el movimiento. Como respuesta a ello, el principio ya no podrá ser único.
HERÁCLITO
Heráclito nos legó la totalidad de su obra en forma de aforismos. Como en otros casos, la elección del modo de transmisión no puede ser separada del contenido filosófico. Él eligió la forma del aforismo porque no escribe para todos los mortales, sino sólo para aquellos que esten en posición de escuchar, es decir, para aquellos que estén despiertos. De alguna manera, aquellos que ya han visto por ellos mismos. Heráclito dice que hay que escuchar al logos y no a él.
PARMÉNIDES
Hay una cierta tradición, encabezada por el mismo Aristóteles, que contrapone Parménides a Heráclito de manera erística. Si Heráclito afirma que “todo fluye”, Parménides afirma que “nada cambia”, si uno afirma que el no-ser es (és más, que es lo único que verdaderamente es), el otro afirmaría que sólo es el ser, etc. Estra tradición interpretativa, aún hoy día presente en multitud de manuales de filosofía no responde a la obra escrita que poseemos de ambos filósofos. En el caso del primero, ya hemos visto como formula la respuesta a la pregunta ontológica a través del logos, lo que es común o la armonía resultante de la tensión entre los opuestos. Ciertamente, en Heráclito hay algo que se mantiene imperdurable a través de todo cambio, y esto es el logos, que es polemos.
LOS PITAGÓRICOS
De Pitágoras se sabe muy poco. El misterio envuelve la secta del pitagorismo. De hecho, la mayoría de las práctricas religiosas en Grecia eran mistéricas. De él, sólo se sabe que nació en Samos en el 570 a.C., donde recibió la influencia de religiones orientales. Parece ser que, por causas políticas, se vio obligado a emigrar al Sur de la actual Italia, donde creó comunidades en diversas ciudades (Tarento, Crotona, etc.). Estas comunidades eran lo que podemos llamar una secta: con vida en común, prácticas religiosas y prohibiciones curiosas.