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¿Puede o debe la moral imponer un límite absoluto a la acción política? O dicho de otra manera, ¿hasta qué punto la acción política debe estar subordinada a una u otra concepción de la moral? ¿Es posible la acción política más allá de la moral?

Para los antiguos, la acción política no tenía otra finalidad que la realización pública de la virtud y el bien. Este era su límite y su sentido. La finalidad de la política era realizar públicamente la aspiración moral. Sin embargo, a partir de Maquiavelo se introduce una sombra de duda al respecto. Maquiavelo, alto funcionario de la Cancillería de Florencia en el s. XVI, se percata, gracias a su trabajo, de la inmoralidad de la política “real” en que los fines siempre justifican los medios. A partir de ahora, el discurso sobre “lo que debe ser”, chocará de frente con la constatación de “lo que es”.

 

Política y moral

“Muchos hay que han imaginado repúblicas y principados que nadie ha visto nunca, ni nadie sabe que hayan existido de verdad; porque hay una separación tan grande de cómo se vive a como habría que vivir, que aquél que deja lo que se hace por lo que habría que hacer, aprende más bien a forjarse su ruina que su salvación: un hombre que en todo quiera hacer profesión de bueno encontrará forzosamente su ruina entre tantos que no lo son. De aquí que un príncipe que se quiera conservar debe aprender a poder no ser bueno y a hacer uso o no según la necesidad”

 

Maquiavelo, El Príncipe, &18, p. 99

 

Preguntas sobre el texto:

1. Explica con tus palabras qué dice el texto

2. ¿Cuál es la finalidad de la moral y de la política según Maquiavelo?

3. ¿Por qué un príncipe tiene que poder no ser bueno?

4. ¿Qué quiere decir “no ser bueno”?

5. ¿Qué es prioritario para Maquiavelo, la ética o la política? ¿Por qué?

 

Hay que ser conscientes que Maquiavelo identifica la política directamente con el ejercicio del poder real. En su obra la moral no puede afectar a la acción política porque tampoco la política interfiere en la moral “los hombres son siempre iguales”. Otra cosa muy diferente sería si identificásemos la política (como se ha hecho después) como la actividad dirigida a mejorar la convivencia humana.

 

En el extremo contrario parecerían estar algunos idealistas de la política, como Proudhon, que subordinan la política a la moral. El socialismo no estaría relacionado directamente con el ejercicio de la libertad, sino más bien con el imperativo moral que deriva de nuestra idea de la “dignidad humana” y que nos obliga a impedir que pueda haber quien viva por debajo de ese umbral. Marx criticó el moralismo del socialismo utópico, ya que para él la acción política también debe ser autónoma. El "vagón de tercera" de Daumier muestra de manera palpable, igual que las obras de Dostoievsky, la inevitable ligazón entre lo moral y lo material. De alguna manera, la pobreza es inmoral.

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